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La exactitud refleja el grado en que una previsión o modelo representa con fidelidad el resultado real que finalmente ocurre. Involucra tanto la veracidad como la precisión, es decir, debe ser correcta (sin sesgos sistemáticos) y consistente (baja dispersión). Una previsión puede ser precisa pero inexacta si siempre se equivoca en la misma dirección. En la prospectiva, alcanzar alta exactitud es un reto debido a la complejidad de los sistemas y a las incertidumbres inherentes. Su evaluación permite refinar métodos y mejorar decisiones futuras.