Backcasting es un método de planificación estratégica y prospectiva que parte del futuro deseado para definir los pasos necesarios que permitirían alcanzarlo. A diferencia de los enfoques tradicionales de previsión —que proyectan tendencias actuales hacia adelante—, el backcasting invierte el proceso: comienza con una visión clara del futuro preferible y trabaja de manera retrospectiva para identificar las decisiones, políticas y transformaciones que deben realizarse desde el presente.
El término fue introducido en la década de 1970 por John B. Robinson en el marco de los estudios sobre sostenibilidad energética y ha evolucionado hasta convertirse en una herramienta fundamental de la prospectiva orientada a la acción. Su premisa central es que el futuro no se predice, sino que se construye estratégicamente mediante la articulación de visiones compartidas y la toma de decisiones coherentes con ellas.
El proceso de backcasting suele desarrollarse en cuatro fases principales:
- Definir el futuro objetivo: Se formula una visión normativa o escenario deseado que refleje valores, metas y resultados aspiracionales.
- Analizar el presente: Se identifican tendencias, barreras y capacidades actuales que influyen en la posibilidad de alcanzar esa visión.
- Diseñar el recorrido inverso: A partir de la meta futura, se trazan hitos y transiciones en orden retrospectivo para determinar qué debería cambiar y en qué momento.
- Construir la hoja de ruta: Se consolidan los hitos en un plan de acción con actores responsables, recursos y mecanismos de seguimiento.
El valor del backcasting reside en su capacidad transformadora. Al mirar desde el futuro hacia el presente, ayuda a romper inercias institucionales, a desafiar supuestos establecidos y a promover un pensamiento más innovador y sistémico. Es especialmente útil para abordar retos complejos —como la sostenibilidad, la transición energética, la gobernanza o la innovación pública— donde los cambios deseados no pueden lograrse mediante simples extrapolaciones del pasado.
En las organizaciones, el backcasting fomenta la colaboración transversal y el aprendizaje colectivo. Al involucrar a distintos actores en la construcción del futuro deseado, genera alineamiento estratégico y sentido compartido de propósito. Combinado con métodos como los escenarios exploratorios, el triángulo de futuros o el análisis de señales débiles, se convierte en una práctica esencial para traducir visiones en estrategias operativas.
El backcasting no busca adivinar lo que sucederá, sino planificar lo que debe suceder para alcanzar lo deseado. Su fortaleza radica en conectar la imaginación del futuro con las decisiones del presente, haciendo de la anticipación un proceso activo, colaborativo y orientado al cambio.



